martes, 22 de febrero de 2011

Capítulo VI - Los Proscriptos

Capítulo VI

Los Proscriptos


La cuestión del sexo está hoy muy difundida. Soy una inglesa conservadora que siente horror por el divorcio y le desagradan las polémicas acerca del sexo, pero, sin embargo, sabe muy bien que la moderna generación no está totalmente equivocada. Sé que la actitud victoriana era malsana y perniciosa. El secreto y misterio con que rodeaban el problema del sexo, resultaba peligroso para los jóvenes inocentes, respecto a una vida creadora natural. Los rumores, los secretos, las informaciones a puertas cerradas, ori­ginan interrogantes entre los jóvenes, dando por resultado un pensar aberrante, por eso resulta difícil perdonar a los padres victo­rianos. Actualmente sufrimos la consiguiente reacción. Es muy posible que la juventud sepa demasiado, pero personalmente creo que esta condición es mucho más segura que la que yo conocí.

Cuál es la solución al problema sexual de las razas no lo sé; pero sé que algunos países regidos por la ley inglesa y pre­sumiblemente por la ley holandesa y otras más, el mahometano puede tener varias esposas. Los americanos, los ingleses o los de cualquier nación, siempre han tenido innumerables relaciones sexuales. De esta promiscuidad y de la búsqueda de una respuesta, se hallará eventualmente la verdadera solución. Los franceses no lo han resuelto, pues en la nación francesa se ha demostrado que “la mente es el matador de lo real”. Los franceses son tan rea­listas, que olvidan a menudo lo bello, espiritual y subjetivo, y esto indica una gran falla en su cerebro. El Senado se reúne sin reconocer a la Deidad; las Logias Masónicas son proscritas por las Grandes Logias de otros países, pues no reconocen al Gran Arquitecto del Universo, y sus relaciones sexuales se basan en un con­cepto puramente utilitario, que tendría una sólida base siempre que no existiera en el mundo nada más que la vida material.
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