martes, 22 de febrero de 2011

Capítulo VIII - La Enseñanza Masónica

Capítulo VIII

La Enseñanza Masónica


Vemos así que la historia de la resurrección es de muy antigua data, y que Dios siempre ha presentado a la humanidad, por medio de los Misterios y Sus Hijos, la realidad de la inmortalidad, como lo hiciera a nuestro mundo cristiano, por la muerte y resurrección de Su Hijo bienamado, Jesucristo.

Todo este problema de la muerte y la inmortalidad está absor­biendo gran parte de la atención pública actualmente. La Guerra Mundial presentó a la conciencia pública la realidad de la muerte, en forma nueva e impresionante. Probablemente no hubo una sola familia en más de veinte naciones, que no hubiera tenido que lamentar de una manera u otra, alguna muerte. El mundo ha pa­sado por un proceso de muerte, y en la hora actual, el misterio de la Resurrección se está convirtiendo en el tema de mayor im­portancia en la mente de los hombres. La idea de la Resurrección se acerca cada vez más, y su significación ha sido la idea central de la Fraternidad Masónica a través de las edades, constituyendo el punto focal del trabajo del sublime Grado Tercero. En estrecha relación con esta “resurrección” masónica, puede citarse un ser­món de Buda poco conocido, donde enseña a Sus discípulos el significado de los “cinco puntos de la Amistad”, vinculando esos cinco puntos con las cinco crisis de la vida de Cristo y los cinco puntos de la leyenda masónica. Todas estas referencias sirven para demostrar la continuidad de la revelación, de la cual la Re­surrección (con la consiguiente Ascensión) fue el acontecimiento culminante para Occidente.
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El Sentido de Futilidad.

En lo que respecta al trabajo efectuado con el paciente que está al borde de la muerte, el curador puede experimentar un sentido de futilidad. ¿Es posible saber exactamente qué puede hacer? ¿De­berá continuar sus esfuerzos para ayudar al alma recientemente liberada, a fin de que avance hacia la luz? Con todo su conocimien­to (y podrá tener mucho) y a pesar de su ansioso deseo de ayudar al que se va, lo único que aparentemente puede hacer es apartarse con un sentido de total futilidad, mientras el ser amado atraviesa la puerta que conduce ¿hacia dónde, hermano mío? Podemos llegar hasta la puerta, pero todavía no es posible ir más allá. Ni siquiera es adecuada la creencia, profundamente arraigada, de la persistencia del alma inmortal, pues sólo sirve para consolar per­sonalmente al servidor curador, pero no es suficiente para reve­larle qué ayuda puede prestar.

Poco puedo decir de este significativo momento, mientras es­peramos la venidera revelación. Esta revelación es inevitable y segura, y tales preguntas se formularán durante doscientos años. La garantía de este emergente hecho, en el plano físico, la tenemos en la creciente sensibilidad de la raza a los aspectos más sutiles de la vida y a la enorme cantidad de investigaciones que se llevan a cabo en todas partes. Esta gran verdad y su garantía, la presenta Constantemente, ante nosotros, la historia de la “gloriosa resurrec­ción de Cristo” y Su reaparición postmorten, y el poderoso y poco  comprendido ritual del sublime grado de la Masonería, donde el Maestro es resucitado.

La ayuda en el momento de la “entrada en la luz” depende ampliamente de dos cosas: Primero, de la intimidad del contacto establecido entre el agonizante y aquel que vigila, y del nivel don­de ese contacto es más fuerte. Segundo, la capacidad de quien vigila, de desapegarse y disociarse de sus propios sentimientos, e identificarse, mediante un acto de voluntad pura y desinteresada, con el moribundo. En realidad nada de esto es posible realizar cuando el vínculo entre ambos es puramente emocional o está ba­sado en una relación del plano físico. El contacto debe ser más profundo y más fuerte que eso. Debe ser un contacto personal en todos los planos. No existen casi problemas donde hay verdadero contacto entre alma y personalidad. Pero esto es raro de encon­trar. A pesar de todo he dado aquí una indicación
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Las vidas superhumanas expresan sattva, guna o la cualidad del ritmo y de la respuesta armoniosa al impulso divino del perfecto despliegue de la colaboración coordinada con el propósito de la manifestación.

Las vidas humanas demuestran la cualidad de rajas, de movilidad, de constante y consciente cambio a fin de descubrir lo Real y demostrar, por medio de la experiencia, la verdadera naturaleza de la respuesta rítmica.

Las vidas subhumanas expresan la cualidad de tamas o inercia.  Actúan ciegamente y no tienen la capacidad de responder conscientemente al plan. Constituyen la suma total de las "unidades de inercia", así como los entes humanos son denominados "puntos de luz que se mueven dentro del cuadrado". Esto resultará de interés para los masones.
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La necesidad de destruir las formas inadecuadas constituye uno de los propósitos que se hallan detrás del actual holocausto (segunda guerra mundial). Esta destrucción pudo haberse producido mediante un acto de Dios, por ejemplo una gran catástrofe natural o una epidemia universal, y esa fue la intención original. Sin embargo, la humanidad fue arrastrada por fuerzas que contenían en sí las simientes de la destrucción, porque en ella existía aquello que respondió a esas fuerzas. Por lo tanto se permitió que la Ley de Destrucción actuara por medio de la humanidad misma, y los hombres están destruyendo las formas a través de las cuales numerosos grupos actúan. Considerándolo desde el ángulo de la evolución esto es bueno y malo. Sin embargo, es un hecho que no puede contradecirse, por lo tanto, el problema que enfrentan Custodios de la Voluntad, que actúan a través de los Custodios del Plan, consiste en extraer el bien del mal que el hombre ha forjado y así engranar los acontecimientos con las cuestiones mayores

Éste es uno de los actuales objetivos de la Jerarquía (escrito en abril de 1943) mientras se prepara para participar en los plenilunios de mayo y junio. ¿Podrán organizarse las fuerzas de tal manera, y las energías distribuirse en tal forma, que el bien, en su más plena medida, pueda ser evocado por la humanidad mediante la invocación emitida por Shamballa? Esta evocación, para un nuevo ciclo de contacto y liberación espirituales, ¿podrá ser lograda por la invocación de hombres y mujeres de buena voluntad? La voluntad al bien de las fuerzas espirituales y la buena voluntad de la humanidad, ¿podrán unirse y producir esas condiciones en que actuará el nuevo orden mundial? Éstas son las importantes preguntas que la Jerarquía está tratando de responder.

Debe recordarse que la Ciencia de Invocación y Evocación constituye un esfuerzo recíproco. La humanidad no podría ser invocadora si la Jerarquía espiritual (incluyo en el término a Shamballa y a la Jerarquía planetaria) no evocara al espíritu del hombre. La demanda invocadora de la humanidad es evocada por la invocación o Sonido de las Jerarquías espirituales. Sin embargo, la responsabilidad del hombre consiste hoy en invocar a los Señores de la Liberación y al Espíritu de Paz. Estos seres tienen el poder de elevar a la humanidad una vez que la raza humana haya adoptado la correcta actitud, y en el tercer grado de la masonería corresponden al grupo que asciende al Maestro. Su respuesta al clamor de la humanidad depende en gran parte, aunque no totalmente, de la cualidad de ese clamor.
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Debido a la ampliación de la visión que obtendrá la humanidad, el éter parecerá ser más sustancial de lo que es ahora, y a medida que se desarrolle la vista etérica se reconocerá que los éteres son estrictamente materia del plano físico. Por lo tanto, cuando un hombre enfermo llame a un deva, y éste destruya el tejido enfermo, emitiendo una nota que produzca la eliminación del tejido infectado, y cuando por medio de una presencia producida por la vibración construya visiblemente el nuevo -tejido, entonces la presencia de estos devas será generalmente reconocida y se utilizará su poder.

¿Por qué medios conoceremos su presencia y utilizaremos sus poderes?

Ante todo, por el desarrollo especifico del ojo humano que verá lo que ahora es invisible. Habrá un cambio dentro del ojo, que no será del tipo de la clarividencia.

Después, por la constante experimentación de las invocaciones y su empleo, se descubrirá el método de llamar a los devas. Este desarrollo debe efectuarse con precaución, porque puede ser desastroso para quienes no están protegidos. Por eso es necesario insistir en que se debe llevar una vida pura, aprender invocaciones y fórmulas protectoras y conocer el poder de protección que tiene la iglesia y la masonería. No olviden que las entidades maléficas que pueden responder a vibraciones análogas existen también en  otros planos además del físico, y que las invocaciones para llamar a un deva, si no son emitidas correctamente, pueden llamar a un ser que provoque estragos. La protección reside en el ritual. De allí el énfasis puesto en las fórmulas de la iglesia y en los rituales masónicos, el cual se acrecentará y no disminuirá en el transcurso de los años. Posteriormente se conocerá la fuerza de las invocaciones.

Cada individuo vibra en cierta medida. Los que saben y poseen clarividencia y clariaudiencia descubren que toda materia emite sonidos y palpita y tiene su propio color. Por lo tanto cada ser humano puede emitir un sonido específico. Al emitirlo hace que resplandezca como color, y la combinación de ambos indica en cierta medida cuál es su vibración específica.
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C. LOS CINCO PUNTOS DE CONTACTO

Existen cinco puntos de contacto mediante los cuales el mundo material puede ser ocultamente elevado hasta llegar a la vida y al poder, así como existen cinco centros en nuestro planeta a través de los cuales afluyen la vida y la energía al mundo natural. Me refiero a ciertos centros activos que conciernen a la vida física y material del planeta. Existen también, como lo expresé en el artículo sobre el desarrollo que se obtendrá durante los próximos tres años, cinco centros a través de los cuales afluye una nueva y energetizante fuerza espiritual, las analogías planetarias de los cinco sentidos subjetivos y objetivos del hombre. Además descubrimos que los rayos afluyen a través de toda la humanidad desde las cinco razas humanas (nuestra raza actual, la aria, es la tercera, aún tienen que aparecer otras dos). Este aspecto particular de la energía de rayo estimulará el aspecto conciencia y elevará y despertará la conciencia oculta en todas las formas materiales, tanto en el hombre como en los tres reinos subhumanos. Los cinco puntos y sus cinco influencias, que elevan, excluyendo las dos razas primitivas e intangibles que no son estrictamente humanas, comenzando con la primera de las cinco razas totalmente humanas, son:

Quinto Rayo                1. La Raza Lemuria                 El advenimiento de los Hijos del Fuego.
Sexto Rayo                  2. La Raza Atlante                   La devoción de los Señores del Amor.
Tercer Rayo                3. La Raza Aria                       La actividad de los Hombres Mentales.
Cuarto Rayo                4. La Raza Futura                    La visión de los Entes de Luz.
Primer Rayo                5. La Última Raza                    La voluntad de los Señores del Sacrificio.


Las dos razas primitivas estaban regidas por el segundo y el séptimo rayos respetivamente; personifican la actividad de los constructores de las formas y la energía constructiva del organizador mágico. El lector debe tener en cuenta, a medida que estudia estos ciclos mayores de rayos, que ellos abarcan inconcebibles períodos de tiempo y producen dos efectos que deben ser considerados.

 Primero, las energías de Cinco rayos, actúan sobre el reino humano y en el transcurso de las épocas elevan al hombre de la muerte a la vida; lo sacan de la oscura prisión de la materia y lo llevan a la luz del día. Son las cinco fuerzas dadoras de vida que elevan la conciencia humana al cielo y hacen que la forma permanezca subyacente. No conozco otra palabra para expresar ese concepto, excepto la palabra subyacente, y el verdadero significado se observa cuando se la divide en sus dos partes componentes.

Segundo, estas energías de rayo, que actúan hoy a través del reino humano, también elevan a los reinos subhumanos de la naturaleza (después de mucho esfuerzo) hacia la vida y la comprensión consciente. Mediante estos cinco puntos de contacto espiritual en cada uno de los tres reinos, la vida es llevada a la naturaleza misma. Para esto "la entera creación ha gemido y sufrido hasta ahora". Aquí reside el secreto de la resurrección en sentida planetario -resurrección efectuada individualmente por cada hijo de Dios que alcanza la meta. Éste es el gran secreto masónico, y el misterio central del tercero o sublime grado de la Masonería. A veces se refiere ocultamente a "la relación de la muerte con las cinco energías dadoras de vida que actúan en el tercer día de la revelación", o hablando todavía en forma simbólica:

"En la cámara de la muerte, la azulada luz del día que alborea ilumina al grupo de trabajadores que trata de resucitar a los muertos. Sus esfuerzos son vanos hasta que no se fusionan las cinco grandes fuerzas del Señor de la Magia. Cuando trabajan como uno solo, se realiza el trabajo en total unión, fusionan la fuerza dadora de vida, resucitan a los muertos y la tarea de construcción puede continuar. El templo puede ser glorificado y la Palabra pronunciarse dentro de la cámara de fuerza dadora de vida, no de muerte. De la muerte se pasa a la vida, de la lucha en la oscuridad se pasa a construir en la luz. Tal es el Plan. Así entramos en la vida, que es una muerte; así avanzamos a través del portal cuyos dos pilares permanecen eternamente como signo de fortaleza y verdad divinas; así entramos rápidamente a la tumba y morimos, y así somos resucitados nuevamente al pronunciarse la Palabra divina, sobre un signo quíntuple y -irrumpiendo- Vivimos."

Luego, respecto a la humanidad, El Antiguo Comentario dice:

"Los Señores del quinto gran rayo de la mente nos han señalado y nos han puesto en el camino. Los Señores del sexto gran rayo nos han obligado a sufrir por la causa y, sin embargo, a amarla y a aprender mediante nuestra profunda devoción. Los Señores del tercer gran rayo nos conducen por medio de la mente a la pira funeraria, a la etapa en que morimos, pero resucitamos nuevamente. En la tercer cámara y en el tercer día oscuro el Maestro desaparece. Muere; se pierde de vista. Pero Los cinco grandes Señores unen sus fuerzas. En sublime compañerismo trabajan para resucitar a los muertos. Sólo así puede pronunciarse esa Palabra que devuelve la vida a los muertos. Tal el trabajo que realiza el hombre para Dios, y Dios para el hombre."
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El hombre se encuentra a mitad del camino entre el cielo y la tierra, con sus pies hundidos en el lodo de la vida material y la cabeza en el cielo. En la mayoría de los casos cierra sus ojos y no ve la belleza de la visión celestial, o los abre y los fija en el lodo y el limo que cubre sus pies. Pero cuando abre sus ojos y los  eleva por un breve instante, ve el mundo de la realidad y de los valores espirituales, entonces comienza la vida turbulenta y azarosa del aspirante.

La humanidad es el custodio del misterio oculto, y la dificultad consiste en que lo que el hombre oculta al mundo también se le oculta a él. Por eso ignora la maravilla de eso que contiene y nutre. La humanidad es la caja del tesoro de Dios (el gran secreto masónico), porque sólo en el reino humano, como señalaron hace tiempo los esotéricos, se encuentran juntas y en pleno florecimiento las tres cualidades divinas. En el hombre, Dios el Padre ha ocultado el secreto de la vida; en el hombre, Dios el Hijo ha ocultado los tesoros de la sabiduría y el amor; en el hombre, Dios el Espíritu Santo ha implantado el misterio de la manifestación. Únicamente la humanidad puede revelar la naturaleza de la Deidad y de la vida eterna. Al hombre se le ha otorgado el privilegio de revelar la naturaleza de la conciencia divina, y poner ante los ojos de los hijos de Dios (reunidos en cónclave antes de la disolución) lo que permanece oculto en la Mente de Dios. De allí el mandato (observado en las palabras del gran Instructor cristiano) de que debemos poseer "la mente de Cristo", mente que debe morar en nosotros y revelarse en la raza humana cada vez con mayor plenitud. Al hombre se le ha confiado la tarea de elevar la materia al cielo y de glorificar correctamente la vida de la forma mediante la manifestación consciente de los poderes divinos.

Explicar adecuadamente el maravilloso destino del reino humano está más allá de mi poder o de la capacidad de cualquier pluma humana, no importa cuán grande sea la realización del hombre y su respuesta a la belleza del mundo de Dios; la divinidad tiene que ser vivida, expresada y manifestada para poder ser comprendida. Dios tiene que ser amado, conocido y revelado dentro del corazón y el cerebro humanos, para poder ser captado intelectualmente.
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